lunes, 19 de enero de 2009

Despedida

Inclinado como estaba no podía verla, sabía que estaba pero la posición de su cuerpo le impedía precisar el lugar de su cuerpo. Apuraba la marcha de sus actividades para poder incorporarse y buscarla. Quizás fuese su día de suerte y ella notase que la miraba.
Paso un largo rato pero al fin acabo, se incorporo, le dolía la cintura, había transcurrido demasiado tiempo, seguramente ella ya se habrá ido, pensó lamentándose una vez más.
De pronto la vio estaba allí en su propia oficina con unos papeles en la mano, no comprendía, a pesar de trabajar en la misma empresa sus labores no estaban relacionadas.
Sin embargo, allí frente a él estaba ella, la miro atónito sin comprender, y ella lo complació con una bella sonrisa. Él solo podía notar sus hermosas curvas, para él ella solo era un bonito cuerpo que recreaba su estadía en la oficina del piso 15.
-Hola, con vos ronca, le dijo mirándola a los ojos, ella sin dejar de sonreír asintió con la cabeza. Ya era la hora en que todos abandonan sus escritorios y comienzan el éxodo hacia sus casas, ella seguía allí de pie, frente a él. De pronto se dio vuelta y cerró la puerta de la oficina, se quedo así de espaldas por unos minutos, él no entendía y pregunto -¿puedo ayudar con algo? Ella se volvió con la camisa abierta, mostrando su corpiño, dejo los papeles que traía sobre el escritorio y se acerco a él contorneando sus caderas.
-Aja, fue todo lo que ella dijo, apoyando su mano sobre los genitales de él. Lo beso furtivamente en la mejilla, apoyo sus manos en el borde del escritorio, de espaldas a él, inclino un poco su cuerpo hacia adelante, ofreciéndole a él su cuerpo.
El desabrocho sus pantalones, ya estaba excitado y el comportamiento de ella dejaba en claro que no iba a chupársela. Pego su cuerpo al de ella, al tiempo que se acariciaba con una mano y con la otra la tomaba del cuello para besárselo. A ella no pareció gustarle mucho pero lo dejo hacer.
Continuaba él con este juego cuando sintió que ella pegaba su traste a sus genitales y levantaba su falda, no llevaba ropa interior, inclino aún más su cuerpo y busco con su mano libre el pene de él. Rápidamente lo introdujo en ella y comenzó a moverse, él se unió, ella acabo con un leve quejido, él reprimiendo el placer de haber poseído ese cuerpo.
Quiso entablar una conversación, repetir en otras ocasiones lo que allí había sucedido, mientras acomodaba la camisa dentro de sus pantalones y hablaba sin cesar se dio cuenta que ella ya se había ido, dejando los papeles de su despido sobre el escritorio y la puerta abierta.

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