sábado, 25 de julio de 2009

Dos palabras

Mariela tenía las manos cruzadas en la espalda, llevaba un sencillo vestido corto, medias hasta la mitad de sus muslos y zapatos de taco muy altos. Su cabello agarrado en una cola que caía sobre su hombro izquierdo. Los pies muy juntos, muy derecha y sus ojos clavados en el suelo. Seguía allí, ya habían pasado unos 40 minutos desde que Fernando le telefonease anunciándole su llegada. Sintió las llaves en la cerradura y sus reflejos la hicieron contraer más sus músculos, simular que no estaba cansada de estar allí haciendo equilibrio sobre sus tacos.
Fernando entro, dejo sus llaves en la mesa del recibidor y se adentro en la casa. Llego al living, se desplomo en el sillón y recién entonces llamo a Mariela. Ella giro sobre sus talones y ya estaba allí en su presencia repitiendo la misma postura. Fernando le ordeno que encendiese el televisor y le alcanzase el control remoto. Lo hizo y con una mano extendida le ofreció el aparato, a cambio, recibió una nueva orden, ponerse de rodillas y cambiar lentamente los canales. Fernando eligió el que trasmitía un partido de futbol pero hizo que Mariela le quitase completamente el volumen, no soportaba al relator y sin dejar de mirar la pantalla le dijo que tenía sed y que estaba cansado.
Ella se levanto en silencio y fue hasta la cocina, tomo un vaso largo que ya estaba en la heladera con una rodaja de limón, abrió una botella de agua tónica y sirvió hasta llenarlo. Lo llevo hasta el living sobre una pequeña fuente redonda. Se acerco nuevamente a Fernando se inclino un poco y con ambas manos sostenía el pedido de costado a él, aguardando que él decidiese tomarlo.
- Estoy cansado, repitió él, al tiempo que asía el vaso. Mariela dejo lo que tenía en la mesa del costado del sillón volvió a arrodillarse frente a Fernando y le quito los zapatos acomodando cada uno de ellos donde no pudiese molestarlo si él se levantaba. Le aflojo la corbata, desabrocho los botones de la camisa, apoyo su cola sobre los talones, cruzo las manos en su espalda y clavo nuevamente la mirada en el piso. Así iba a quedarse hasta que Fernando le indicase otra cosa.
Él miro el partido durante el cual reclamo un sándwich, más bebida y chocolate, al finalizar se levanto y se fue hacia el dormitorio. Mariela se apresto a ordenar el living, apagar el televisor y ya en la cocina mientras terminaba de ordenar sintió que Fernando estaba parado a sus espaldas, sentía la proximidad de su cuerpo.
Acomodo nuevamente el cabello de Mariela sobre su hombro izquierdo, pasó su brazo derecho por su cintura y atrajo hacia él su cuerpo. Beso su cuello sin dejar de abrazarla fuertemente, la mantenía pegada a él. La mano izquierda la paso debajo de su brazo y acariciaba sus pechos, los tomaba en toda su generosidad con su mano y los apretaba con fuerza.
Bajo la mano derecha a su entrepierna mientras le hacía sentir a Mariela lo duro de su miembro. Se había quitado la corbata y la camisa en el dormitorio y llevaba los pantalones desabrochados. Cambio la mano derecha por la izquierda para asirla de la cintura y saco con ella el cinto de las presillas. Le ordeno que pusiese sus manos detrás de la espalda y ella obedeció en silencio. Paso el cinturón por los antebrazos de Mariela y lo ajustó, ya tenía un agujero más hecho donde alcanzaba para mantenerla sujeta, abrió el último cajón de la cocina y de allí saco suficiente cuerda de algodón, le ato las muñecas juntas, le quito la bombacha y hecha un bollo la coloco en su boca. Pasó la cuerda entre sus piernas, tiro de ella y así hizo que la siguiese hasta la cama.
Llegados al dormitorio, Fernando le acaricio la cara con dulzura mientras le preguntaba si ella era su putita. Mariela asintió con la cabeza y se arrodillo frente a él con su cara pegada a su sexo. Fernando volvió a tirar de la cuerda y sintió claramente el gemido ahogado que salía de la boca de Mariela.
La tomo de la barbilla le quito la prenda de la boca y la lleno con su miembro, ella comenzó a chuparla, él cada tanto volvía a tirar de la cuerda mientras le decía que siguiese así. Fernando sentía lo dura y gruesa que estaba, la quito de su boca, volvió a llenarla con su ropa interior y le ordeno que se subiese a la cama, sobre sus rodillas se dejo caer hacia adelante haciendo tope con su cabeza, quería penetrarla por su culito.
La idea de forzar ese agujero que se resistía a él a pesar del tiempo que llevaba cogiéndola lo excitaba. Siempre cerradito, siempre parecía que era la primera vez. Mariela tenía la vagina muy mojada y Fernando uso sus propios jugos para lubricarle el ano. Introdujo uno de sus dedos para abrir el camino aunque sabía que era inútil con ella y tendría que forzar un poco las cosas. Así sucedió, sintió primero su temblor junto al gemido de dolor ahogado por la bombacha y luego cuando ya la habían penetrado sus gemidos, ahora sí de placer. ¡Cuánto le gustaba a ella que la cogiese por el culo! Lo disfrutaba enormente, quizás más que por la vagina.
Arremetió duro pero no acabo, salió y subió a la cama, le saco la mordaza y acabo en la boca de ella. Mariela trago, él dio medio paso hacia atrás y la vio relamerse lentamente disfrutando cada gota que encontraba cerca de su boca. Ella lo miro directo a los ojos con una sonrisa de placer, siempre la hacía gozar a pesar de los juegos, de los tacos tan altos, de las mordazas y las sogas, Fernando la llevaba un poco más allá con sus orgasmos. Siguió mirándolo atenta y sonriente hasta que le dijo: - Gracias Amo...