domingo, 3 de noviembre de 2013

La fusta

Ella se mordió el labio inferior, era una señal inequívoca de que iba por buen camino. Alargue mi mano y tome la fusta de cuero, jamás la había usado sobre su piel, tampoco lo haría ahora, solo dejo que la mire, dejo que se imagine que voy a pegarle, dejo que se retuerza un poco, que luche por soltarse de sus ligaduras. Allí boca arriba como está en la cama, atada tan primariamente, sus manos hacia la cabecera, y sus piernas abiertas en cada extremo, la contemplo desde arriba, me siento más alto, más fuerte, ella más pequeña, igual de delicada, igual de frágil. Me gusta que no se endurezca con el juego, me gusta sentirla temblar, dudar, tomar aire, sorprenderse con mis movimientos, me gusta que espere mis permisos, cómo se queda allí quieta, esperando.

Me ve con la fusta entre mis manos, las ataduras no le permiten arquear la espalda en ese movimiento casi instintivo con el que cree que puede escapar. Sonrío con maldad solo para verla intentarlo una vez más, para ver sus pechos agitados, las pequeñas gotas de sudor que perlan su piel, siento su aroma, veo su excitación, juego a que no me importa.
Acaricio su cuerpo con la punta de la fusta, la deslizo con maestría siguiendo sus curvas, sintiendo lo sinuoso de ellas, cintura, caderas, muslos, vuelvo entre sus piernas, acaricio su sexo, veo su plenitud, su exaltación se apodera de mi fusta y sube por ella a mi mano, a mi brazo, hombro, cabeza, esté en todo mi cuerpo, lo siento entre mis propias piernas, siento su poder sobre mí. No voy a dejarla que lo note, estoy en ventaja y no voy a desaprovecharla. Sus gemidos son más frecuentes, más largos, más intensos, su necesidad de liberarse comienza a desesperarla, pero no hay escapatoria, así será, así lo he decidido.
Paso la fusta justo por encima de su corazón. Deseo verla estremecerse, en cambio la caricia la quema por dentro, veo la hoguera que se formó en su piel, veo como las lenguas de fuego crecen, siento el calor, siento su llamado, como me invitan a quemarme en ellas, sería inmolarme, mi cuerpo ya no resiste no hundirse en ese calor, en ese fuego, no sé si sagrado; fatuo o profano, solo sé que es su fuego y que mi fusta es la tea que lo encendió, mi respiración el oxígeno que lo mantiene y mi cuerpo la leña que lo alimenta.

Tea, leña y llamas. Ella me devora pero yo puedo controlarlo, puedo verla extinguirse, puedo hacer que se consuma. Dejó de alimentarla, dejó de verla, dejó de acariciarla. Ya no respiro, ya no la veo, ya no estoy allí. Así la dejó, atada tan primariamente, con las manos hacia la cabecera y las piernas abiertas en cada extremo. Me voy y soy leña verde y no estoy hasta que soy leña mojada por la lluvia que cae de mi frente, que corre por mi piel, que inunda mi cuerpo y la tea aún en mi mano. La miro, la estudio, la recuerdo sobre sus muslos, generosos en sus curvas, la imagino; su vientre, su ombligo, sus pechos siempre agitados, su corazón que la delata y su labio inferior, así como cuando se lo muerde, sé que me depara que lo muerda así, sé que va acabar, que el aire la va a abandonar, que sus fuerzas van a flaquear. Otra vez tan frágil, otra vez tan pequeña y mis brazos que están vacios sin ella y la fusta que me quema la mano, el brazo, el hombro, la cabeza, entre las piernas y soy yo quien está en llamas y es ella quien encendió la hoguera.

Vuelvo y allí rendida como la deje, renacida porque no hay cenizas, así se inmola ella, con su sonrisa, con su gemido y soy tan frágil y tan pequeño y el aire me abandona y su piel me acaricia, su boca me devuelve el oxígeno que perdí y su sexo me transforma y soy fuerza y soy energía y estoy pleno porque ella está en mis brazos, en mi piel, en mis manos y me hunde y me rescata, me sofoca y me libera, me pierde y me encuentra, y me deja que sofoque su fuego en el mío, que la extinga, apagándome junto a ella, languidecemos y renacemos y la veo como si no la hubiese visto antes y me mira ahí atada tan primariamente y mi fusta sobre su piel en el sueño eterno de acariciarla nuevamente, justo encima de su corazón.

2 comentarios:

  1. Has cambiado el punto de vista, e igual relatas con idéntica maestría. Fantástico.

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    1. Gracias, es maravilloso saber que alguien esta del otro lado leyendo.

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