miércoles, 4 de febrero de 2009

Nuevos juegos

Había sido un día duro, como venían siendo casi todos sus días laborales. Pero estaba nublado y tenía ganas de relajarse. Tomo su celular y llamo, ansiaba una respuesta rápida y la obtuvo.
Para la alegría de ella usted vestía un traje negro que lo hacía más alto y varonil. Camisa blanca con los puños desabrochados y la corbata que asomaba de uno de los bolsillos de su saco. Ella rodeo su cuello con sus brazos y se dejo caer allí un instante mientras se llenaba de su perfume y el ritmo de su respiración.
El juego comenzó cuando sin dejarlo hacer mucho le quito el saco. Desabrochó uno a uno los botones de su camisa mientras besaba su pecho. Quizo usted mismo quitársela pero no le fue permitido, sentada a sus pies le quitó los zapatos y las medias. Subió lascivamente con sus manos por sus piernas, sus muslos y se detuvo en la hebilla de su cinturón.
Desabrocho el cinto, el pantalón y bajo el cierre, dejando que un encantador bóxer negro haga su aparición. Usted levanto un poco su cuerpo y ambas prendas le fueron quitadas al unísono. Era para ella un gran disfrute su entrega, para ese instante, ya casi total.
Ella volvió sobre sus pasos, usted sentado en el borde la cama, expectante. De pronto sintió su mano acariciando su espalda, la humedad de sus labios recorriendo su columna, de beso en beso; mientras lo despojaba de su última prenda, la camisa.
Le bajo con suavidad la cabeza y volvió a besarle su cuello y sus hombros, sus manos inquietas lo llenaban de caricias, jugaba con sus dedos en su espalda y en sus brazos, llegando hasta sus manos cuando usted se lo permitía. Siguió besándolo así volviendo varias veces, usando su cintura de límite, permitiéndole que sus ansias más ocultas, pero compartidas con ella, afloren lentamente.
Ella esperaba que sus fantasías se volviesen más fuertes, sólo para sentir el placer de cumplirlas, para verlo gozar, disfrute intenso de sus propias sensaciones. Le susurro que se acueste al tiempo que ella pasaba entre su brazo y se acomodaba entre sus piernas. No era lo que usted esperaba, pero relajado como estaba la dejo hacer.
Recostado boca arriba, sus piernas flexionadas contra el borde de la cama, sentía el piso bajo sus pies, ella arrodillada entre sus piernas, su cara hundida entre ellas, con su pene entre las manos y su lengua lamiéndolo lentamente. Llenando su boca con él, disfrutándolo, comiéndoselo muy de a poco.
Distrayendo su boca en sus muslos, pero sin que una de sus manos abandone su entrepierna. Lo recorre con la lengua, debajo de sus huevos, lo acaricia con los labios, hasta que su voz lo atrae nuevamente al mundo, y escucha que le pide que se de vuelta.
Una sonrisa estalla en su cara, sabe que al fin llega aquello que tanto desea. Se acomoda boca abajo, nuevamente las palmas de las manos de ella se adueñan de su piel. Lo recorre con sus labios hasta que se da cuenta que su cintura ya no es un límite, sino que ya está más allá.
Siente como acaricia su cola, la humedad de su lengua en las zonas más íntimas de su cuerpo. Insolente explora, lame, besa. Esta mareado de las sensaciones que se apoderan de su cuerpo, de sus sentidos. La mezcla entre entrega y rechazo a lo que le está sucediendo, curiosidad y ganas de que no termine. No sabe cómo va a terminar, trata de pensar que le gustaría pero el placer le gana. Sus manos, su lengua, su boca lo han invadido todo.
Mientras intentaba pensar, ella lo había acomodado de tal forma que podía acceder tanto a su cola como a su pene y de pronto se dio cuenta que ella iba y venía entre sus piernas. Sintió esa pequeña resistencia que se genera naturalmente cuando ella comenzó a jugar con la punta de su dedo, mientras su boca abarcaba todo su pene. Duro como estaba era fácil sostenerlo en la boca, yendo y viniendo a placer, mientras su dedo seguía el mismo ritmo.
Dejo que acabase en su boca, sin dejar de mirarlo, su cara traslucía todo el placer que ella misma sentía en ese instante. Sabía que su mirada, su mueca, sus manos sobre la piel de ella, todo ello la representaba tan bien como a él mismo. La beso largamente, en un beso maravilloso, repleto de sensualidad y pasión animal.

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